miércoles, 9 de febrero de 2011

Parte Primera- Del otro lado...

Si hubiera querido suicidarme, ahora sería un buen momento. Peleada con el novio, estresada por el trabajo, agobiada por la existencia y los habitantes del mundo humano. Sí, en qué tan poca agua me ahogo. Soy de aquellas niñas malcriadas que hacen berrinche por no tener lo que quieren cuando quieren y como lo quieren. Así soy yo. Tonta. Caprichosa. Egoísta. Histriónica. Hidropónica. Tachen eso último, me acordé de las lechugas.

Me llamo Bernarda. Llevo apenas 4 meses viviendo en la gran ciudad y ya estoy enferma de su cáncer incurable, ese cáncer que corroe a sus habitantes todos los días de sus miserables vidas. Soledad. Qué terrible persona soy, hablando mal de ellos como si yo no fuera igual. Volteo y miro el reloj. Ya salgo tarde a trabajar. Suelto las tijeras de costura. Temprano como es, pero con el tráfico y demás es casi seguro que llegue tarde aunque intente salir una hora antes. Me pongo las zapatillas, agarro la bufanda y me la pongo al cuello como puedo mientras intento cerrar la puerta y enfundarme en el abrigo al mismo tiempo.

Desde el pasillo puedo escuchar una inusitada algarabía en el departamento de enfrente. ¿Qué le pasa esta mañana a mi vecina, que parece que se despierta con gran estrépito? Cruzo el pasillo y al bajar el primer escalón miro de reojo que alguien sale de la puerta dichosa. No es el mismo rostro de siempre.

domingo, 5 de julio de 2009

fue un martes...


Nada desde entonces sería como ayer. Desde ese día todo había cambiado... se sentía en el aire, respiro por respiro, a cada paso dado y en aquellos que estaban por darse, era inevitable, me di cuenta, justo en ese instante que no volvería a verte... Te dejo Todo tuyo este poema.



Para leerse en martes


Este martes no es el martes
de la semana de siete días.

Es el día de hoy,
el instante exacto,
el momento en que tu ausencia
esta presente.

Es un martes con las mismas
cosas que ese día suelen pasar.

Es el inicio después del principio del lunes.

Pero empezar
una semana,
un día

sin tu voz

sin tu sombra,
cargando con tu ausencia,

hace que sea
lunes o miércoles,
jueves o viernes,
sábado o domingo,
pero no el martes
que sigue siendo.

sábado, 27 de junio de 2009

A veces; casi siempre, me despierto pensando en ti
cuando eso no suceda me daré cuenta que sigo soñando.

Parte Primera

Pienso en mis vidas pasadas y no las recuerdo. He repasado cada experiencia que he podido alcanzar pero ninguna reúne atributos para mi presente. El desconcierto me despierta. No sé dónde estoy y tampoco como llegue hasta aquí, incluso por momentos he olvidado el nombre que me ha sido dado.
El paisaje que me rodea me es ajeno, la sensación que me acompaña está llena de angustia y ansiedad, tiemblan mis manos y todo mi cuerpo me es desconocido.
Eloisa; mi compañera de cuarto, me sacude ante la evidencia de que un mal sueño me aqueja, logro apenas salir de mi estupor, para abrir los ojos tengo encima un balde de agua.
Mi voz es lo único que reconozco. Soy Maria, tengo 23 años, es mi primer día fuera del reclusorio norte y odio a todos los hombres de nombre Pablo.